El monasterio de las Monjas Orantes y Penitentes de Nuestra Señora de Fátima de General Rodríguez volvió a concitar hoy la expectativa de los medios tras la difusión de un video donde se ve al ex secretario de Obras Públicas del kirchnerismo, José López ingresando al lugar los bolsos que contenían más de ocho millones de dólares después de que una de las tres monjas que allí viven le abriera el portón interior, en tanto que un arma que portaba quedaba depositada en el suelo.
Las cámaras de televisión se concentraron desde las primeras horas a metros de la entrada principal del monasterio, sobre la calle Mansilla, frente a un vallado perimetral establecido por la policía bonaerense y la local que vigilaban los portones de acceso desde un patrullero y una camioneta.
“Para no causar inconvenientes, permanezcan detrás de la cinta”, advirtió un suboficial de la bonaerense a los enviados de Télam.
No obstante, en la segunda entrada al monasterio, sobre la calle de tierra ubicada en Crespo 851, no había guardia policial, aunque los portones permanecen cerrados con varios candados; al costado, se puede leer un cartel que dice: “Este monasterio cuenta para su seguridad con un sistema de cámaras filmadoras”.
La ciudad de General Rodríguez volvió a revivir la conmoción que surgió cuando se descubrió a López arrojando los bolsos por encima de las paredes del monasterio, pero los vecinos que viven en las inmediaciones, sobre calles sin asfaltar, tratan en lo posible de pasar desapercibidos, aunque, tímidamente, no se niegan a la requisitoria periodística.
Así, Antuan, un vecino que tiene un programa de radio en General Rodríguez, relató a a esta agencia los movimientos que vio alrededor del monasterio.
“Qué no hubo en este monasterio”, dijo y agregó: “Yo lo vi entrar a Julio De Vido, a Guillermo Moreno, a Alicia Kirchner. A monseñor Rubén Di Monte -su fundador- también lo vi” ,y arriesgó: “Los cheques los cambiaba una financista, una tal Graciela”.
“Las monjitas dicen que no querían la plata, pero no la devolvían”, afirmó y sostuvo que “cuando se produjo el allanamiento, no quisieron que revisaran sus habitaciones y los perros fueron como locos a olfatear las bóvedas”, que según las religiosas son tumbas preparadas para cuando fallezcan.
Agregó que “en este monasterio se seguía construyendo hasta hace dos meses, pusieron un cerco que antes no estaba”, rodeado en gran parte de alambres de púas.
También se refirió a Jesús, el testigo que vio a López arrojar los bolsos, a quien calificó como “una buena persona, muy seria”.
De manera sorpresiva, una mujer que dijo ser la esposa del testigo Jesús -quien vive frente al monasterio- subió en forma apresurada a un automóvil no sin antes decirle a los periodistas: “Me parece que están hablando muchas pavadas”.
Por su parte, Lidia, quien atiende un kiosco a una cuadra del monasterio, dijo a Télam que “yo vi a entrar a mucha gente de alto poder adquisitivo, eso se veía en los autos lujosos que ingresaban. Visitaban el lugar Irma Roy y Osvaldo Papaleo…”.
En tanto que María, desconfiada, dijo que “yo no sé si los curas y las monjas tienen algo que ver, pero aquí hay gato encerrado”, y sobre López opinó: “No tiene cien años de perdón”.