El Pentágono confirmó el envío del portaaviones USS Gerald R. Ford y su grupo de ataque al mar Caribe para reforzar las operaciones contra el narcotráfico en el área de responsabilidad del Comando Sur. La decisión —ordenada por una directiva presidencial, según el Departamento de Defensa— busca aumentar la capacidad de detección, monitoreo e interdicción de redes y embarcaciones vinculadas al tráfico de drogas.
El despliegue se produce en el contexto de una campaña militar que, desde septiembre, incluyó una serie de ataques a embarcaciones sospechadas de llevar narcóticos, con un saldo de varias decenas de muertos según informes oficiales y medios. Funcionarios del Pentágono y del Departamento de Defensa han dicho que las acciones buscan “desmantelar organizaciones criminales transnacionales” y degradar lo que describen como “narcoterrorismo”.
La maniobra elevó la tensión con el régimen de Nicolás Maduro, que respondió con ejercicios militares y despliegue de fuerzas en sus costas; además, la Casa Blanca autorizó operaciones encubiertas en Venezuela y evaluó la posibilidad de ampliar la campaña a acciones terrestres, según reportes internacionales. Analistas advierten que la combinación de presencia naval masiva y operaciones letales contra lanchas podría provocar una mayor escalada regional y dudas sobre la legalidad y el riesgo para civiles
Fuentes periodísticas señalan que el Gerald R. Ford —el portaaviones más moderno y de mayor porte de la flota estadounidense— se suma a una fuerza ya significativa en la región (buques anfibios, aviones de patrulla, drones y aviones de combate), lo que marca una clara intensificación de la presencia militar de EEUU en el hemisferio occidental y abre interrogantes sobre las consecuencias políticas y humanitarias en países vecinos.