Dueño de la cuarta fortuna de la Argentina según el ranking Forbes, condujo durante décadas el holding familiar y fue una figura destacada del empresariado nacional. Semanas atrás tres de sus hijos le compraron las principales empresas del grupo a sus otros hermanos.
A los 89 años, falleció Gregorio Pérez Companc. Fiel a su habitual perfil bajo, su delicado estado de salud no había trascendido públicamente pero fuentes vinculadas a la familia confirmaron su deceso.
Pérez Companc fue uno de los empresarios argentinos más gravitantes del mundo de los negocios en el país. Dueño de la cuarta fortuna familiar más grande de la Argentina, valuada en USD 4.200 millones según el ranking de la revista Forbes que también lo ubicó en el puesto 767 de los hombres más ricos del mundo, “Goyo” –como se apodaba quien supo ser una figura central del establishment local– se inició en el negocio petrolero.
A fines de mayo de este año, se anunció que tres de sus 7 hijos les compraron a sus hermanos las principales compañías del grupo en unos USD 550 millones. Luis Pérez Companc, actual cabeza del conglomerado empresarial, junto a sus hermanas Rosario y Pilar, se quedaron con el control de Molinos Río de la Plata, Molinos Agro y la petrolera Pecom. Los vendedores fueron sus hermanos Jorge, Cecilia y Catalina.
Goyo nació el 23 de agosto de 1934 en Buenos Aires. De acuerdo al libro “Los dueños de la Argentina II” de Luis Majul, fue hijo biológico de Benito Bazán y Juana Emiliana Molina, un matrimonio muy humilde, que decidieron darlo en adopción cuando tenía la edad de 11 años.
Su madre adoptiva sería Margarita Companc de Pérez Acuña, y su padre Ramón Pérez Acuña. Fue Margarita la que incorporó al niño al grupo familiar, al que se ocupó que fuera tratado como un hijo más.
Los tres hermanastros de Gregorio sin dudas lo incorporaron y el clan familiar preparó a Goyo para un destino empresarial, tanto a través de sus estudios como en la construcción de su carrera empresaria. Los tres fallecerían sin dejar descendientes, primero Jorge Joaquín, en 1959; luego Carlos en 1977, y por último Alicia en 1992. Eso dejó a Gregorio como el conductor indiscutido del conglomerado empresarial.
La carrera empresarial
Pérez Companc participaba activamente de múltiples negocios, aunque la mayor parte de sus activos se encontraban en empresas de alimentos, telecomunicaciones y energía. En sus últimos años en plena actividad (se retiró a finales de 2009) su buque insignia era Molinos Río de la Plata, empresa cuyas acciones donó a sus siete hijos para que tomaran el control (Catalina, Cecilia, Jorge, Luis, Pablo, Pilar y Rosario).
Claro que hay que remontarse a varias décadas antes para tener un panorama completo de la vida empresarial de “Goyo”. Lo primero a tener en cuenta, es que la semilla de la cual nació la fortuna de Pérez Companc se plantó 15 años antes de su nacimiento, cuando su familia adoptiva fundó San Benito, en 1919. La compañía se dedicaba a la cría de ovejas para la comercialización de lana.
Años más tarde, en 1946, la familia Perez Companc compró dos barcazas de la Segunda Guerra Mundial a Estados Unidos, con las que crearon su propia empresa naviera. También entraron al negocio forestal, cuando adquirieron el Establecimiento Forestal San Jorge, en Misiones, en el año 1956. Apenas dos años después (1958) el grupo familiar le dio vida a la Petrolera Perez Companc, dedicada a la perforación y terminación de pozos petrolíferos y gasíferos.
Fue en ese punto de la historia cuando la figura de Gregorio Pérez Companc comenzó a destacarse en la escena empresaria nacional.
Con apenas un título secundario obtenido en el colegio La Salle, y sin haber terminado sus estudios universitarios, “Goyo” inició su carrera en 1966, primero en YPF para mudarse cuatro años más tarde al negocio familiar, como Superintendente de Operaciones de Campo en la zona de Neuquén para ascender luego como Gerente de Operaciones Petroleras. Fue el principio de su larga trayectoria empresarial en la que encaró, tras la muerte de su hermano adoptivo Carlos, un proceso de expansión de las inversiones familiares que también conocerían de crisis, ventas y resurgimientos.
Para la fecha en que Goyo dio sus primeros pasos en cargos de alta responsabilidad, allá por los años ´70, la familia Pérez Companc ya participaba en la industria naviera –el negocio de origen del grupo– y también de la industria forestal, agropecuaria y financiera, como propietaria del Banco Río, hoy Santander.
Con el correr de los años y ya con Gregorio al frente del holding, el grupo se diversificó aún más al tiempo que se enfocó en diferentes nichos dentro de los sectores en los que ya operaba. Así nació en 1999, por ejemplo, una de las principales alimenticias de la Argentina, Molinos Río de la Plata, lo que marcó el ingreso de los Pérez Companc a esa industria, tras haber adquirido el año anterior una de las bodegas más emblemáticas del país, Nieto Senetiner.
Pero dos años después, la crisis por el colapso de la convertibilidad obligaría a Pérez Companc a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida empresarial: vender el corazón del grupo familiar, la petrolera Pérez Companc, dedicada a la perforación y terminación de pozos petrolíferos y gasíferos. La operación se concretó en septiembre de 2002, a manos de la brasileña estatal Petrobras que desembolsó más de USD 1.100 millones.
A partir de ese momento, el grupo se reconfiguró y se focalizó en la actividad agropecuaria y de producción de alimentos aunque más tarde, ya con sus herederos al frente de la gestión cotidiana de los negocios, los Pérez Companc volverían al negocio petrolero.