Logró el 34% de los votos en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias de este domingo. La segunda ronda tendrá lugar el 7 de julio.
La RN, heredera del Frente Nacional (FN) del controvertido y xenófobo dirigente Jean-Marie Le Pen, logró el 34% de los votos, contra el 28% de la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular y el 22% de la alianza oficialista Juntos por la República, del debilitado presidente Emmanuel Macron, el gran derrotado de los comicios.
Ahora, solo resta que la derecha radical reafirme el próximo domingo su avance en el segundo turno de las elecciones anticipadas convocadas por Macron tras la debacle en las legislativas europeas del 9 de junio.
De confirmarse la tendencia, Bardella estaría en condiciones de convertirse, a los 28 años, en el nuevo primer ministro francés, y dará paso a un gobierno de cohabitación con un frágil jefe de Estado al que le quedarán por delante dos años muy difíciles como un mero partenaire político.
Una jugada desesperada
El complejo sistema electoral francés divide a las legislativas en dos turnos. En concreto, son 577 mini-elecciones, en otras tantas circunscripciones en las que se divide el país. Cada distrito elige un diputado, pero se necesita el 50% más uno de los votos en la primera ronda para asegurar su triunfo.
De no ser así, avanzan a un segundo turno todos los candidatos que hayan obtenido un piso del 12,5% de los votos. Por ello, tanto el oficialismo como la coalición de izquierda, pusieron ya en marcha una jugada desesperada para evitar que la ultraderecha alcance la mayoría en la nueva Asamblea Nacional y quede en condiciones de formar gobierno.
El objetivo es lograr la unidad en la segunda vuelta. Muy pocas bancas se eligieron este domingo. La inmensa mayoría se decidirá el 7 de julio.
En la mayor parte de las circunscripciones competirán hasta tres candidatos. En ese sentido, se negocian retiradas estratégicas de los postulantes con menos posibilidades de luchar por una banca contra la ultraderecha. Así, decenas de candidatos oficialistas y de la izquierda renunciarían a sus postulaciones para no dividir el voto contra la derecha radical.
La idea es que se retiren todos los candidatos que llegaron en tercer lugar para que haya un verdadero balotaje el próximo domingo entre la ultraderecha y lo que la izquierda y la centroderecha llaman “las fuerzas democráticas”.
El expresidente François Hollande, candidato por la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (que incluye a su debilitado Partido Socialista), llamó a una “unión lo más amplia posible” para la segunda vuelta.
Su socio y líder de la formación izquierdista La Francia Insumisa (LFI), Jean Luc Mélenchon, uno de los miembros del Nuevo Frente Popular y el dirigente izquierdista más crítico del gobierno, anunció que su coalición retirará a todos sus candidatos que hayan llegado en tercer lugar.
Desde el oficialismo, el premier Gabriel Attal, se sumó a la consigna y afirmó que es necesario “impedirle a RN que tenga una mayoría absoluta” con “su proyecto funesto”. “La lección de esta noche es que la extrema derecha está a las puertas del poder”, alertó.
Macron, a quien le salió decididamente mal su jugada de anticipar las elecciones, fue también enfático y pidió armar “una amplia unión claramente democrática y republicana” para la segunda vuelta.
Hoy, los sondeos vaticinan que la ultraderecha alcanzaría entre 255 y 295 escaños, cuando la mayoría es de 289. En la disuelta asamblea tenía solo 89 bancas. Se trata de un resultado histórico. De hecho, esta fue la primera victoria de la derecha radical en unas elecciones legislativas nacionales.
Bardella, el popular y joven dirigente de 28 años delfín de Marine Le Pen, pidió esta noche a sus seguidores una movilización masiva para asegurar el triunfo en una semana. El 7 de julio, podría convertirse en el nuevo premier de Francia.