El Gobierno nacional intensificó su estrategia para controlar el mercado cambiario en la previa de las elecciones, con un fuerte freno al dólar y una suba de tasas de interés que busca enviar un mensaje de estabilidad. Desde el equipo económico insisten en que se trata de medidas transitorias, pensadas para contener la volatilidad en plena campaña.
La preocupación oficial es que la tensión financiera se extienda más allá de los comicios bonaerenses y llegue a las elecciones legislativas de octubre. En ese contexto, la intervención en el mercado cambiario se presenta como una herramienta para evitar saltos bruscos que afecten las expectativas económicas y políticas.
El giro en la política monetaria genera ruido: hace menos de un mes, referentes del mismo equipo económico aseguraban en un stream libertario que tanto el dólar como las tasas de interés iban a flotar libremente. Ese contraste alimenta dudas sobre la consistencia del plan y deja al descubierto que el rumbo podría no estar funcionando como se había proyectado.
En paralelo, los analistas marcan que el refuerzo de las intervenciones implica un mayor esfuerzo de reservas y compromete la sustentabilidad del esquema si no aparecen señales claras de confianza en los mercados. El desafío para el Gobierno nacional será sostener la calma cambiaria sin resignar credibilidad ni debilitar su discurso de “orden fiscal” en plena campaña.