El aumento sostenido de las tasas de interés comienza a evidenciar un efecto colateral preocupante: el crecimiento de la morosidad en tarjetas de crédito y préstamos personales, que ya supera el 5% y continúa en ascenso.
Este salto en los incumplimientos se produce en un contexto donde el crédito al consumo venía creciendo, tanto en el uso de tarjetas como en préstamos personales. Sin embargo, los salarios no acompañaron ese ritmo, y el desfasaje entre ingresos y endeudamiento está provocando un aumento sostenido en los atrasos de pago.
Según datos oficiales, a mayo:
- La mora en tarjetas de crédito llegó al 4,2%, más del doble que el año pasado.
- En préstamos personales trepó al 5,6%, una cifra que sigue creciendo mes a mes.
Las tasas nominales anuales actuales para financiar saldos impagos con tarjetas oscilan entre 76% y 90%, pero al sumar impuestos y gastos, el Costo Financiero Total (CFT) supera ampliamente el 100%. Para préstamos personales, el CFT puede superar el 140% incluso para clientes con buen historial crediticio.
A esta situación se le suma la presión impositiva. Al interés se agregan IVA e Ingresos Brutos, lo que encarece aún más el monto final a pagar. En la práctica, cada punto extra de tasa representa un golpe directo al presupuesto familiar.
Una bola de nieve financiera
La combinación de tasas altas, inflación persistente y salarios rezagados genera un escenario complejo. Muchos consumidores pagan solo el mínimo de sus tarjetas, lo que multiplica la deuda original y la extiende por años, transformándola en una “bola de nieve” difícil de frenar.
Aunque algunos clientes con ingresos estables logran condiciones más favorables, las familias con ingresos variables o con atrasos previos enfrentan las consecuencias más duras.
Con más del 50% de la población bancarizada, el crédito caro deja de ser una herramienta de consumo y se convierte en un riesgo creciente para los hogares.
¿Qué se espera para lo que queda del año?
Analistas privados anticipan que la morosidad seguirá creciendo, especialmente si el Gobierno mantiene su política de tasas altas para contener el dólar. En este contexto, endeudarse ya no es una opción viable para muchas familias, sino un riesgo financiero que podría profundizar la fragilidad económica de los hogares.