Por Herman Avoscan
Se está convirtiendo en una costumbre. Para muchos periodistas y protagonistas, cualquier partido más o menos importante pasó a ser un “clásico”. Cipolletti – Independiente de Neuquén; Deportivo Roca – Independiente, son dos ejemplos regionales de esta tendencia. ¿Es tan así? ¿Es una cuestión de marketing?
En todo caso, precisemos qué es un “clásico” futbolero. No es un partido más; no tiene nada que ver con una definición de campeonato; ni siquiera la posición en la tabla. Un Boca – River o un Independiente – Racing, que durante años jugaron por nada salvo el honor, despiertan la pasión de millones de simpatizantes. El “clásico” es el partido que todo hincha desea ganar. Por rivalidad, por proximidad, por historia, existe un sentimiento colectivo que va más allá del presente deportivo.
Y como en los amores, hay “clásicos no correspondidos”, en los que los hinchas de un equipo lo asumen como tal y los adversarios no. Como Vélez Sarsfield con San Lorenzo. Para los velezanos se trata de una rivalidad barrial aunque sea más bien reciente; pero los de Boedo entienden que su clásico es con los vecinos de Huracán.
El clásico patagónico para Cipolletti fue, es y será Huracán de Comodoro Rivadavia. No importa si está en la misma categoría o no. Y es correspondido. Una historia que comenzó en 1970-71 a partir de los juegos de hacha y tiza en la Visera y en la cancha del Cerro Chenque y que perdura a pesar de las ausencias.
En el Alto Valle qué duda cabe: Cipolletti y Deportivo Roca despiertan pasiones y enfervorizan a sus comunidades. No hay lugar para tibios. Se está de un lado o del otro. Hemos gritado, hemos disfrutado y también hemos soportado desilusiones y fracasos, pero siempre volvemos con la esperanza de un triunfo.
Aquí no importó la historia deportiva: el equipo Naranja se transformó inmediatamente en el clásico de Cipo desde que se conformó; aún cuando en ese momento militábamos en ligas distintas. Todo el año mirándose de reojo para encontrarse en el Regional. Algo que no ocurrió con Atlético Regina (equipazo del Regional ’74) ni con la efímera fusión de Estrella del Sur. ¿Por qué uno sí y el otro no? La rivalidad entre las ciudades estaba planteada de antemano; el fútbol fue la excusa y la posibilidad de transformar ese enfrentamiento en una actividad lúdica. En una pasión superadora.
¿Y los partidos con Independiente de Neuquén son clásicos? La idea tiene un autor: Gastón Sobisch, presidente del CAI, en la previa del partido con los albinegros en el Argentino B en 2006. Fue muy convincente o resultó tremendamente contagioso porque hoy leemos y escuchamos hablar de “clásicos” con los neuquinos.
Pero la realidad marca que los equipos rionegrinos nunca tuvieron una gran rivalidad con Independiente. En la estructura de los antiguos regionales, Neuquén compartía zona con los equipos cuyanos y de La Pampa; mientras que Río Negro disputaba con el resto de la Patagonia y Buenos Aires. No había cruces, no había expectativas de volver a encontrarse.
La única serie eliminatoria que tuvieron Cipolletti e Independiente de Neuquén fue en 1986 para clasificar al representante regional al Nacional B. Ganó Cipo y después pasaron 20 años hasta que nos volvimos a enfrentar. No se puede decir que eso constituya un “clásico”.
En todo caso puede entrar en la categoría de los “clásicos no correspondidos”. Y esto no desmerece a nadie; con Independiente seguramente jugaremos partidos importantes, algunos mejor jugados que otros y siempre con los dientes apretados. Ellos van a querer ganar y nosotros también. Y una derrota siempre es dolorosa, pero no llega a la categoría de “clásico”. Porque, al menos desde este lado del río, no se vive como algo especial.