En medio de un año marcado por el desguace y desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), que incluyó más de 300 despidos y la reducción de fondos destinados a festivales y proyectos cinematográficos, la institución organizó una fiesta de fin de año en la que destinó la sorprendente cifra de $3.500.000 para el catering del evento.
El festejo, que tuvo lugar en el emblemático cine Gaumont de Buenos Aires, contó con un menú gourmet para unas 200 personas, con pinchos variados, pernil de cerdo, mini brownies, alfajorcitos, frolitas y una selección de bebidas que incluía cervezas, sidra y champagne. La firma Gran Yantar fue la encargada de ofrecer el servicio de catering, una contratación aprobada por Carlos Vargas Eguinoa, gerente del INCAA, quien justificó el gasto indicando que el evento tenía como objetivo «festejar las festividades de Navidad y Año Nuevo para todos los agentes del Instituto».
Este derroche se produce en un contexto donde, en 2024, el INCAA enfrentó severos recortes en su presupuesto, lo que afectó tanto a los festivales cinematográficos tradicionales como el de Mar del Plata, como a los fondos destinados a diversas producciones y proyectos fílmicos. Además, la entidad llevó a cabo un drástico proceso de despidos, con la salida de más de 400 empleados, lo que generó un amplio malestar en el sector.
El INCAA, presidido por Carlos Pirovano y con una fuerte conexión con Patricia Bullrich, ha sido también señalado por su relación con figuras cercanas al entorno del político y con ciertos actores vinculados a la llamada banda del Gordo Dan, un grupo de trolls que se movieron dentro de la institución durante el último año.
Este contraste entre el derroche en la fiesta de fin de año y la situación crítica que atraviesa la industria cinematográfica nacional ha generado fuertes críticas y cuestionamientos, especialmente por parte de los trabajadores y los sectores que defienden el cine argentino y sus festivales. La celebración del INCAA se convierte así en un símbolo de la desconexión entre la gestión del organismo y las dificultades reales que atraviesa el sector cultural del país.