En la madrugada de este martes, a los 100 años, falleció Dolores Noemí López Candal de Rigoni, más conocida como Lolín. Fue la última representante activa de Madres de Plaza de Mayo en la provincia de Neuquén y una figura clave en la defensa de los derechos humanos en la región patagónica.

Lolín transformó el dolor más profundo —la desaparición y asesinato de su hijo, Roberto Daniel Rigoni, en 1977— en una lucha incansable por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Desde ese momento, su vida se dedicó a buscar respuestas, a acompañar a otras madres en la misma lucha, y a convertirse en un faro ético para generaciones enteras.

Roberto fue secuestrado el 16 de abril de 1977 por fuerzas militares en un operativo en Isidro Casanova. Cuatro días después, su cuerpo apareció en González Catán, en la provincia de Buenos Aires. Tenía 21 años.

Junto a su esposo, Helvecio “Toto” Rigoni, y otras madres del Alto Valle, Lolín formó parte de la filial regional de Madres de Plaza de Mayo, llevando su pañuelo blanco a cada marcha, escuela, charla y acto en memoria de los 30.000 desaparecidos.

Su presencia, su voz serena pero firme, y su compromiso inquebrantable la convirtieron en un ícono de la dignidad y la resistencia en tiempos de impunidad y silencio.

Se espera que en las próximas horas se realicen actos de homenaje en su memoria en la ciudad de Neuquén y otras localidades del Alto Valle. Su legado seguirá vivo en todas las personas que sostienen la bandera de los derechos humanos.