Este jueves se llevó a cabo el esperado juicio de cesura contra Pablo Parra, recientemente declarado culpable del femicidio de Agustina Fernández por un jurado popular en los tribunales de Cipolletti. La condena por la figura delictiva de femicidio conlleva una única pena: prisión perpetua.
Durante la audiencia, la defensa del condenado, representada por los abogados Juan Manuel Coto y Gonzalo Rodríguez, presentó un recurso de impugnación ante el Tribunal de Impugnación. «Mantenemos las reservas de impugnación que hemos hecho en la formulación de cargo. Pese al respeto que nos merecen los jurados que tomaron la decisión, entendemos que es un veredicto contrario a prueba, con lo cual dejamos sentada la reserva», explicó Coto.
Coto continuó: «Y también de esta audiencia, solo para dejar asentado, insistir en que mantenemos los planteos de cambio de lugar de realización y de la no admisión del testimonio de la ex de Parra, en virtud sobre todo de la información que ha dado el Ministerio Público Fiscal en relación al tejido social de Cipolletti, la historia de Cipolletti, y también a cómo se comportó Parra en otras relaciones. Por eso mantenemos las reservas de impugnación, las hacemos exencivas a este acto».
Después de escuchar los argumentos de la defensa y la fiscalía, así como al abogado querellante, el juez Guillermo Baquero Lazcano, quien estuvo a cargo del juicio, dictó la sentencia. Parra fue condenado a prisión perpetua, conforme a lo estipulado por el Código Penal para casos de femicidio.
La audiencia estuvo marcada por la presencia de los padres de Agustina, Silvana Capello y Mariano Fernández, así como de diversas organizaciones que han acompañado a la familia a lo largo del proceso judicial. La comunidad de Cipolletti, atenta al desenlace del caso, espera que esta condena sea un paso más en la lucha contra la violencia de género y el femicidio en la región.
La defensa de Parra ha dejado claro su intención de continuar impugnando la sentencia, lo que augura futuros desarrollos en el caso. Mientras tanto, la condena de prisión perpetua representa una medida ejemplar y un llamado a la justicia para todas las víctimas de violencia de género.