La falta de chapas metálicas en el país generó un problema inesperado para los sistemas de control de tránsito: actualmente hay más de medio millón de vehículos circulando con matrículas provisorias de papel pegadas en los vidrios, y en esos casos las fotomultas por exceso de velocidad son prácticamente imposibles de aplicar.

Los radares y cámaras homologados en Argentina pueden captar imágenes claras de estos vehículos y leer sin problemas los números y letras rojos sobre fondo blanco. Sin embargo, el inconveniente no es técnico, sino administrativo: como esas matrículas no están registradas oficialmente en el sistema de dominios, no es posible identificar al titular de forma automática.

La única forma de avanzar con una multa sería contactar al Registro Automotor que emitió la patente provisoria, solicitar los datos del propietario, cargarlos manualmente al sistema y recién entonces emitir la infracción. Pero dado el volumen de autos y la distribución de los registros en todo el país, el proceso se vuelve impracticable.

En las concesionarias y los registros explicaron que cada vez que entregan un vehículo nuevo, le colocan una patente provisoria asignada del talonario disponible, sin que esos datos se ingresen al sistema nacional de multas, ya que el dominio definitivo ya está preasignado, pero aún sin chapa física.

En el caso de las motos, el sistema es aún más precario. Como no pueden colocar una patente de papel, simplemente se entrega un permiso de circulación no visible desde el exterior, lo que vuelve imposible su identificación en controles por cámara.