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Incesante desfile de fieles ante la humilde y austera tumba del papa Francisco en la Basílica de Santa María la Mayor

Sobre su tumba de mármol blanco, humilde, sencilla, hay una rosa blanca, su flor preferida, vinculada a santa Teresita de Lisieux. Y centenares de personas hacen fila para ir a rendirle tributo, sacar una foto, dejarle una flor.

Al día siguiente del impactante y solemne funeral y del traslado en papamóvil blanco y posterior sepelio en la Basílica de Santa María la Mayor, el barrio del Esquilino -donde se encuentra la embajada argentina ante Italia y cercano a la estación de trenes de Termini-, se volvió la meta de peregrinación de cientos de personas que quieren rendirle tributo a la humilde tumba del papa Francisco.

Ya antes de que a las 7 de la mañana se abrieran las puertas de la Basílica pontificia, que es una de las iglesias más antiguas de Roma, construida para honrar a la Virgen después de que en agosto hubiera habido una nevada mágica, muchísimas personas se encontraban allí, haciendo fila para entrar a rendirle homenaje al papa de la gente.

Al mediodía de otra jornada de un sol que empieza a pegar más fuerte, miembros de la protección civil preguntaban a quienes se ponían en la fila si habían comido o tomado agua, porque los tiempos de espera para entrar podían ser largos: mínimo, dos horas.

Después del apoteótico adiós que tuvo ayer el papa Francisco, con más de 170 delegaciones de todo el mundo y 400.000 personas despidiéndolo en sus exequias solemnes y por las calles por los que pasó el papamóvil para trasladar sus restos a su querida Basílica de Santa María la Mayor, se esperaba que la gente, aún conmovida, se presentara en masa hasta allí.

Vista la cantidad de personas -de todas las edades y nacionalidades, en el interior los ujieres piden acelerar y avanzar rápido. Se oyen cantos y se ven personas con ramos de flores para dejar sobre el sepulcro, que impacta por su simplicidad y sencillez.

El papa Francisco fue quien se encargó de diseñarlo, para que reflejara lo que fue su papado marcado por justamente por gestos de humildad y austeridad y su predilección por los pobres: eligió el mármol blanco proveniente de Liguria, la tierra de sus abuelos, una única inscripción, que dice Franciscus y que arriba estuviera la reproducción de su cruz pectoral plateada, con la imagen del buen pastor que carga sobre sus espaldas las ovejas.

Se cree que el hecho de que la tumba de Francisco se encuentre allí marcará una transformación para mejor, un “up-grade”, del barrio del Esquilino, no demasiado conocido. “Hará crecer toda la zona”, aseguró Francesco Rutelli, exalcalde de Roma y exministro de Cultura, que destacó que pocos saben que la Basílica tiene el campanario más alto de Roma, de 75 metros.

El papa Francisco no es el primer Pontífice que no es enterrado en el Vaticano, donde descansan la mayoría de sus predecesores (147 de 266), pero sí es el primero en 122 años que tomó a decisión de salir del Vaticano. El último fue León XIII en 1903, que descansa en la Basílica de San Juan de Letrán.

La Basílica de Santa María la Mayor -donde están enterrados otros siete pontífices, el artista Gian Lorenzo Bernini y Paulina Bonaparte, hermana de Napoleón-, marca simbólicamente el inicio y el final del pontificado de Francisco.