Los tanques israelíes intentaban avanzar hacia el oeste en su batalla contra Hamás en Jan Yunis, principal ciudad del sur de la Franja de Gaza, y sus alrededores, mientras dirigentes de la ONU reiteraban sus llamamientos a un alto el fuego para evitar que se profundice la catástrofe humanitaria.
Los combates en Jan Yunis se producen en un momento en que Israel vuelve a centrar sus esfuerzos bélicos de más de dos meses en el sur, tras golpear el norte de Gaza y expulsar de sus hogares a la mayoría de los 2,3 millones de habitantes del enclave palestino.
Ante los informes de la Organización Mundial de la Salud sobre la «catastrófica» situación sanitaria en Gaza, activistas palestinos convocaron para este lunes una huelga mundial como parte de un esfuerzo coordinado para presionar a Israel a un alto el fuego.
«Ha llegado la hora: HUELGA TOTAL EN TODO EL MUNDO», se pedía en un llamamiento. Sin embargo, no estaba claro si el llamamiento se llegaría a extender por todo el mundo o si influiría en los planes de guerra de Israel.
Es probable que la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 193 miembros, vote el martes un proyecto de resolución exigiendo un alto el fuego, según dijeron algunos diplomáticos el domingo.
El viernes, Estados Unidos vetó una propuesta del Consejo de Seguridad de la ONU que exigía un alto el fuego inmediato por razones humanitarias.
El voto estadounidense fue criticado el domingo por los ministros árabes de Asuntos Exteriores en una conferencia internacional celebrada en Doha, capital de Qatar, que desempeñó un papel clave en la negociación del alto el fuego a finales del mes pasado.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que «no renunciaría» a pedir un alto el fuego.
«He instado al Consejo de Seguridad a que presione para evitar una catástrofe humanitaria y he reiterado mi llamamiento para que se declare un alto el fuego humanitario», declaró Guterres. «Lamentablemente, el Consejo de Seguridad no lo hizo, pero eso no lo hace menos necesario», añadió.
Los combates comenzaron el 7 de octubre, cuando Hamás atacó por sorpresa Israel, matando a 1.200 personas y tomando 240 rehenes, según el recuento israelí. En respuesta, Israel ha prometido aniquilar al grupo islamista Hamás, que gobierna Gaza desde 2007.
Según las autoridades sanitarias de Gaza, los ataques israelíes han matado a unas 18.000 personas y 49.500 han resultado heridas. Unos 100 rehenes israelíes fueron liberados durante una tregua de una semana que terminó el 1 de diciembre.
El domingo, los residentes de Jan Yunis dijeron que los tanques habían llegado a la principal carretera norte-sur de la ciudad. Aviones de guerra atacaban una zona al oeste.
Guterres dijo que la ciudad, con una población de unos 626.000 habitantes, podría estar al borde del colapso, con la posibilidad de que la engullan enfermedades epidémicas.
Mientras tanto, Israel y Hamás se enzarzaron en una guerra verbal el domingo.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó en una declaración televisada que decenas de combatientes de Hamás se habían rendido. Hamás rebatió la afirmación y dijo que había destruido 180 vehículos militares israelíes. Sin embargo, no aportó pruebas.
Entretanto, los hospitales de Gaza estaban al máximo de su capacidad con muertos y heridos palestinos, según el principal hospital Nasser de Jan Yunis.
Mientras la atención mundial se centraba en la acción militar en la Franja de Gaza, los combates entre Israel y Hezbolá en Líbano, grupo apoyado por Irán, alimentaban aún más el temor a que la guerra se extendiera.
El Ejército sirio también informó de que el domingo por la noche había derribado misiles israelíes disparados contra la capital, Damasco, desde los Altos del Golán, territorio ocupado por Israel.
Otros misiles no interceptados causaron algunos daños, dijo el Ejército en un comunicado. El Ejército israelí no quiso hacer comentarios.
Ayman Safadi, ministro de Asuntos Exteriores de Jordania, acusó a Israel de «un esfuerzo sistemático por vaciar Gaza de su población» y empujarla a abandonar el territorio.
El portavoz del Gobierno israelí, Eylon Levy, calificó la acusación de «indignante y falsa», afirmando que su país se defendía «de los monstruos que perpetraron la masacre del 7 de octubre» y los llevaba ante la Justicia.