El exabrupto del presidente filipino, Rodrigo Duterte, que ayer calificó de “hijo de puta” a su par estadounidense, Barack Obama, empañó hoy, el primer día de la cumbre de estados del Sudeste Asiático (Asean) en Vientiane, la capital de Laos.
Por otro lado, las protestas por las reivindicaciones de soberanía marítima de China y el esfuerzo armamentístico nuclear norcoreano primaron sobre la agenda oficial original, volcada a la creación de un mercado interior de los países miembros.
Si bien Estados Unidos no integra la Asean, tiene tantos intereses en la región que Obama, tras participar de la reunión del G20 en China, se desplazó a Vientiane, donde conversará con los líderes de los países miembros.
Pero Obama decidió además cancelar su reunión prevista con el presidente filipino, Rodrigo Duterte, después de un tenso cruce de declaraciones entre ambos acerca de la controvertida campaña antidrogas emprendida por este segundo.
Poco antes de inaugurarse la cumbre Duterte insultó al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamándole “hijo de puta”. Obama respondió anulando un encuentro programado con el jefe de Estado filipino. Duterte se disculpó más tarde.
En otro gesto de calculada rebeldía formal, Duterte ingresó con las mangas de una camisa tradicional filipina enrolladas hasta el codo. Recién se bajó las mangas cuando el presidente laosiano inició su discurso de bienvenida a la trajeada -salvo Duterte- asistencia.
En cuanto al contenido de la reunión, desde la inauguración de la cumbre circuló un borrador de declaración final en el que los participantes manifestaban su preocupación por los recientes acontecimientos relacionadas con la disputa por el Mar de la China Meridional.
Beijing reclama soberanía sobre vastos espacios en ese cuerpo de agua dependiente del Océano Pacífico desde la llegada de los comunistas al poder, en 1949.
Por este mar circulan cada año mercancías por un valor de 5 billones de dólares. Contiene grandes caladeros de pesca y potenciales yacimientos de petróleo y gas, y apalanca un vasto proyecto de expansión comercial que China llama “ruta marítima de la seda”.
Aunque el documento no menciona concretamente a China, el texto hace referencia a las actividades que viene desarrollando en la región ese país, tales como ejercicios bélicos, creación de islas artificales y desconocimiento de fallos arbitrales.
Todo ello eleva las tensiones y puede poner en peligro la paz, advierte el borrador. De entre los diez países miembros de Asean, sobre todo Vietnam y Filipinas se enfrentan a los reclamos chinos sobre atolones y zonas de pesca, informaron las agencias noticiosas DPA y EFE.
En agosto pasado, China y la Asean buscaron acercar posiciones y acordaron finalizar a mediados de 2017 el marco para un código de conducta que ambas partes negocian desde 2010 para rebajar la tensión en el mar de China Meridional.
La Asean, con 622 millones de habitantes y un producto bruto conjunto de 2,5 billones de dólares, se constituyó formalmente como Comunidad Asean el 1 de enero pasado para crear un mercado y una base de producción única, con libre circulación de capital, servicios, bienes, inversión y personal cualificado.
La organización también mantendrá reuniones paralelas con China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, entre otros.
En una medida de la importancia que Estados Unidos asigna a la Asean, su delegación estará encabezada por el presidente Barack Obama, que llegó anoche a Vientiane en su último viaje a Asia antes de terminar su mandato.
También está previsto que Obama promocione el acuerdo comercial transpacífico (TPP), que aún debe ser ratificado por los parlamentos de los países que lo han sellado, cuatro de ellos miembros de Asean (Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam).
Los restantes seis países de la Asean son Camboya, Indonesia, Laos, Myanmar, Filipinas y Tailandia.
La de Obama es también la primera visita de un presidente estadounidense a Laos, un país que recibió más de dos millones de toneladas de bombas de la superpotencia entre 1964 y 1973.
Las bombas “dormidas” representan una amenaza permanente a la vida e integridad física de los laosianos.
Como parte de su esfuerzo de reaproximación con los países de la región, salvo China, Obama anunció que pese a sus diferencias con los comunistas laosianos, gobernantes desde el fin de la guerra, aumentará a 90 millones de dólares la ayuda a Laos para retirar los explosivos sin detonar.
La cifra casi duplica el dinero destinado por Washington en los últimos 20 años al programa de recuperación e inutilización de los más de dos millones de toneladas de bombas que EEUU lanzó entre 1964 y 1973.
“El espíritu de reconciliación es lo que me trae hoy aquí”, dijo Obama, en un discurso. “Creo que EEUU tiene la obligación moral de ayudar a Laos”, añadió.
A su llegada, Obama aprovechó la rueda de prensa para exigir mayor firmeza en la aplicación de sanciones contra Corea del Norte por sus ensayos nucleares y misilísticos.