Este miércoles por la tarde, miles de jubilados se movilizaron en la Ciudad de Buenos Aires junto a la Confederación General del Trabajo (CGT) y las dos CTA, en una multitudinaria protesta frente al Congreso Nacional. La manifestación, que cada semana tiene su capítulo habitual, cobró una dimensión especial al sumar el respaldo formal de las principales centrales sindicales del país, en la misma jornada en que se confirmó el paro general para este jueves.

El eje de los reclamos giró en torno al congelamiento de haberes, la falta de actualización del bono para jubilados de la mínima y el cambio en la fórmula de movilidad. Héctor Daer, secretario general de la CGT, advirtió que “la caída de los ingresos y la liberación de precios hacen que la plata no alcance”, y sumó críticas al oficialismo por haber eliminado la cobertura de medicamentos gratuitos.

Desde el Gobierno nacional no hubo señales de apertura: en la Casa Rosada aseguraron que no habrá incrementos para jubilados ni cambios en las negociaciones salariales, que mantienen un techo del 1%. Incluso calificaron la marcha como una “puesta en escena” impulsada por sectores del peronismo en campaña. “Marchan los amigos de Santoro”, dijeron en Balcarce 50, en alusión al legislador porteño de la lista Ahora Buenos Aires.

El operativo de seguridad, a cargo del Gobierno de la Ciudad, incluyó cortes y vallados desde horas del mediodía, en medio de tensiones con el Ejecutivo nacional. Aun así, la concentración transcurrió sin incidentes y con alto nivel de participación por parte de organizaciones gremiales y civiles.

La protesta dejó en evidencia el clima de tensión social que atraviesa el país, con sindicatos cada vez más activos frente al ajuste y una gestión que, al menos por ahora, no muestra intención de retroceder en sus políticas de recorte. Mañana, con el paro general convocado por la CGT, el escenario se volverá aún más complejo.