El presidente Javier Milei confirmó este lunes que en julio volverán a subir las retenciones a las exportaciones agropecuarias, desactivando así la baja temporal que había sido implementada en enero. La soja pasará nuevamente del 26% al 33% y lo mismo ocurrirá con otros cultivos clave como el maíz, el trigo, la cebada y el girasol. “Avísenle al campo que si tienen que liquidar, que lo hagan ahora”, dijo el mandatario, sin rodeos.
La medida, que había sido anticipada como transitoria, fue implementada mediante el decreto 38/2025, y vencía a fines de junio. Durante estos meses, las principales entidades agropecuarias pidieron sostener la baja, especialmente ante el inicio de la campaña fina. La decisión de restituir los porcentajes anteriores cayó como un balde de agua fría en un sector que ya venía reclamando señales claras para planificar sus inversiones.

Desde Confederaciones Rurales Argentinas, la Sociedad Rural y Federación Agraria, insistieron en que el regreso de las retenciones representa un nuevo golpe a la producción. «Es fundamental definir ahora las reglas del juego para la siembra de trigo», habían advertido semanas atrás. Pero el anuncio de Milei termina por cerrar la puerta a cualquier posibilidad de prórroga.
Además del impacto en la rentabilidad, la medida podría alterar el ritmo de liquidación de divisas, justo cuando el Gobierno busca mantener el equilibrio fiscal y contener la inflación. A esto se suma el malestar por la falta de diálogo concreto, ya que si bien hubo reuniones con el Ministerio de Economía y la Secretaría de Agricultura, no se tradujeron en medidas duraderas.

Lejos de cumplir con la promesa de eliminar distorsiones impositivas, el Gobierno vuelve a aplicar una herramienta que durante años fue cuestionada por su carácter recaudatorio. La decisión pone en tensión la relación con un sector estratégico para la economía argentina y amenaza con complicar la próxima campaña agrícola en plena etapa de definiciones.