Este 9 de noviembre de 2024 se cumplen 27 años de uno de los crímenes más atroces y conmocionantes que marcó para siempre a Cipolletti: el triple crimen de Verónica Villar, María Emilia González y Paula González, tres jóvenes cuyas vidas fueron truncadas brutalmente en una tarde de paseo, dejando una cicatriz que aún no cierra en la ciudad y en las familias de las víctimas.
Un día que cambió todo
En la tarde del 9 de noviembre de 1997, Verónica, María Emilia y Paula, con toda la vida por delante, decidieron caminar por la ciudad sin imaginar que ese paseo sería el último. La desaparición de las jóvenes comenzó a generar alarma entre sus seres queridos, quienes no tardaron en reportar la falta de noticias, algo totalmente fuera de lo común. Sin embargo, la policía no actuó con la urgencia que la situación requería, recomendando esperar 48 horas antes de presentar la denuncia por desaparición. Fue la insistencia de la comunidad lo que impulsó los primeros rastrillajes en busca de las chicas.
Dos días después, un vecino, Dante Caballero, descubrió los cuerpos en una zona rural cercana a la ciudad, marcando el trágico final de una búsqueda llena de angustia. Los cuerpos de las tres jóvenes presentaban signos de extrema violencia: ataduras, golpes, disparos y heridas de arma blanca. La autopsia reveló la brutalidad con la que fueron asesinadas, confirmando que, antes de ser asesinadas, las chicas sufrieron una tortura indescriptible.
La indignación y la búsqueda de justicia
El hallazgo de los cuerpos desató un profundo dolor y una indignación colectiva. Toda la ciudad quedó paralizada por el horror, y las familias de las víctimas —Juan y Ofelia Mosconi (padres de Verónica), Ulises González y Susana Guareschi (padres de las hermanas González)— tomaron la delantera en las movilizaciones, exigiendo justicia en medio de la tragedia.
Sin embargo, la investigación estuvo marcada por una serie de irregularidades que empañaron la posibilidad de esclarecer el caso con claridad. En 1997, el Código Penal argentino aún no contemplaba la figura del «femicidio», por lo que el caso fue catalogado como un “triple crimen”, lo que le dio notoriedad a nivel nacional.
El principal sospechoso fue Claudio Kielmasz, quien pasó de ser “testigo protegido” a principal imputado. Finalmente, Kielmasz fue condenado a prisión perpetua por el secuestro y asesinato de las jóvenes, aunque muchos siguen creyendo que hubo más responsables que nunca fueron procesados. A pesar de la condena, el caso sigue siendo objeto de controversia y especulaciones.
Las controversias judiciales y la búsqueda de la verdad
En el juicio de 2001, también fue condenado Guillermo González Pino, quien recibió una pena de 18 años de prisión. Sin embargo, en 2003, el Superior Tribunal de Justicia revocó la condena y ordenó su liberación, un fallo que generó aún más desconcierto e indignación. En 2022, González Pino, quien se encontraba cumpliendo una condena por estafas en Villa Regina, fue expulsado del país bajo la figura del “extrañamiento”.
El Eco de la Violencia: Otro Triple Crimen en Cipolletti
En mayo de 2002, el terror volvió a sacudir a Cipolletti. Mónica García, Carmen Marcovecchio y Alejandra Carbajales fueron asesinadas en un laboratorio clínico. Este nuevo triple crimen, aún sin esclarecer, dejó claro que la violencia contra las mujeres sigue siendo una herida abierta en la ciudad.
La lucha continúa: marcha por justicia
A 27 años de la masacre de Verónica, María Emilia y Paula, los colectivos feministas de la región continúan alzando la voz. Este sábado 9 de noviembre, convocan a una marcha a partir de las 17.00 en la Plaza San Martín, para recordar a las víctimas y exigir justicia. «Seguimos luchando contra el poder», afirman desde las organizaciones feministas, y habrá radio abierta y diversas actividades para continuar visibilizando la problemática de la violencia de género.
La memoria colectiva y el clamor por justicia
Hoy, 27 años después, el recuerdo de Verónica, María Emilia y Paula sigue vivo en el corazón de Cipolletti. Las familias de las jóvenes no cesan en su lucha por encontrar la verdad y que se haga justicia. La sociedad sigue demandando respuestas, mientras el eco del caso resuena en la memoria colectiva de una comunidad que, a pesar del tiempo transcurrido, aún no ha logrado sanar la herida dejada por este crimen tan brutal.
La justicia que las familias exigen sigue siendo un clamor que no se apaga, un reclamo de verdad y justicia que sigue resonando, 27 años después, en cada rincón de la ciudad.