Carlos Leiva recuerda cada detalle de aquel fatídico 23 de mayo de 2002. Han pasado 22 años desde el trágico triple femicidio que sacudió a Cipolletti, pero la memoria de ese día sigue plagada de dolor e impotencia para él. Su esposa, Mónica García, fue una de las víctimas del brutal crimen que también se llevó las vidas de Carmen Marcovecchio y Alejandra Carbajales.
Ese día, Carlos trabajaba como bioquímico a escasos metros del laboratorio donde ocurrió la tragedia. En la sede ubicada en la esquina de 25 de Mayo y Roca, que albergaba consultorios médicos, las tres mujeres fueron atacadas de manera despiadada. El victimario les produjo heridas con un arma blanca, disparó a una de ellas, las roció con ácido acético y las ató de pies y manos.
En una reciente entrevista en LU19 AM 690, con Omar Fuentes, Leiva compartió los devastadores momentos que vivió. «Corrí al laboratorio y vi a Mónica irse en ambulancia. Pude tener los últimos minutos de Mónica con vida», relató con la voz quebrada. Con una hija pequeña de un año y medio, Carlos tuvo que encontrar la fuerza para salir adelante, enfrentando el dolor y la impotencia de haber perdido a su compañera en circunstancias tan atroces.