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Horror en Río de Janeiro tras operativo contra Comando Vermelho: vecinos llevan más de 60 cuerpos a la calle

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La ciudad de Río de Janeiro amaneció este miércoles sumida en el espanto tras un operativo policial sin precedentes contra el Comando Vermelho, uno de los grupos criminales más poderosos de Brasil. Lo que comenzó como un enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y narcotraficantes se transformó en una tragedia aún mayor cuando, en un acto desgarrador, vecinos de la favela de la Penha llevaron 64 cuerpos a la calle José Rucas, una de las arterias principales del barrio. La escena estremeció a la comunidad y generó una profunda conmoción en todo el país.

El saldo de la operación más letal en la historia de Río de Janeiro

La operación, que tuvo lugar el martes 24 de octubre, es la más letal en la historia de la policía de Río. Según los informes oficiales, el saldo fue de 60 presuntos delincuentes muertos y cuatro policías fallecidos en enfrentamientos en las favelas de Penha y Alemão. Sin embargo, los cuerpos que los vecinos trasladaron a la calle no fueron contabilizados en ese recuento. La cifra real de víctimas podría superar las 128 muertes, un número escalofriante incluso para una ciudad que vive con altos índices de violencia.

Un operativo brutal y la desesperación de los familiares

El traslado de los cuerpos fue realizado por familiares y amigos de las víctimas, quienes buscaron facilitar la identificación de los muertos en medio del caos y la confusión. El activista Raull Santiago describió la situación como nunca vista en sus 36 años viviendo en la favela, calificando la violencia de esta operación como brutal y desconocida. Los testimonios de los residentes revelaron la crueldad de la represión: personas ejecutadas, algunas con disparos en la nuca, quemaduras en sus cuerpos y signos de haber sido torturadas antes de ser asesinadas.

El abogado Albino Pereira Neto, que representa a las familias de varias víctimas, denunció que “muchos fueron asesinados fríamente”, destacando la violencia extrema del operativo.

Cuerpos abandonados en hospitales y escenas desgarradoras

En medio de la tragedia, varios cuerpos fueron trasladados de urgencia en una Kombi al Hospital Estadual Getúlio Vargas, donde los trabajadores de salud se encontraron con una escena inédita y desgarradora. En las redes sociales, las imágenes de mujeres llorando sobre los cuerpos de sus seres queridos en plena calle comenzaron a circular, reflejando la magnitud de la desesperación en la ciudad.

El horror se extendió a través de toda la región, con imágenes de cuerpos apilados en la plaza y escenas de familias destrozadas buscando a sus desaparecidos. La ciudad intentó procesar el alcance de la tragedia mientras el gobierno local trataba de contener el caos.

Un operativo que sacudió a toda la ciudad

Este operativo, que involucró a 2.500 agentes de seguridad, fue diseñado para erradicar las operaciones del Comando Vermelho, uno de los grupos criminales más poderosos de Brasil, conocido por sus actividades de narcotráfico y violencia en las favelas. Sin embargo, la operación resultó en una oleada de violencia que afectó a toda la ciudad. Escuelas suspendieron clases, el transporte público colapsó, y miles de personas quedaron atrapadas en sus hogares, sin poder desplazarse por la ciudad.

El gobernador de Río, Cláudio Castro, anunció el refuerzo de la seguridad en todo el estado, mientras el presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió una delegación para evaluar la crisis y buscar soluciones. Organismos internacionales, incluidas Amnistía Internacional y la ONU, condenaron el operativo, calificando la situación de “terror” y alertando sobre la violación de los derechos humanos.

La respuesta internacional

Diversas organizaciones civiles y gubernamentales han condenado el operativo, subrayando que el uso de fuerza letal y la violencia institucionalizada en la lucha contra el crimen organizado no solo pone en riesgo la vida de los civiles, sino que también perpetúa un ciclo de impunidad y violación de derechos en las favelas. La situación es un reflejo de la falta de políticas eficaces para abordar las causas profundas de la violencia en Río de Janeiro y otras grandes ciudades brasileñas.